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PUEBLOS DEL OCCIDENTE: PUERTO DE FIGUERAS

La ría del Eo tiene méritos más que suficientes para ser uno de los centros turísticos y veraniegos más importantes de toda la costa Cantábrica. Poseen los pueblos enclavados en sus orillas encantos sin igual. Es imposible describir, en dos o tres cuartillas, los magníficos paisajes que ofrecen. En la orilla gallega, en Ribadeo, el camino del Faro, La Villavieja, las Aceñas, Reme, el Eo en su subida camino de Abres… La orilla asturiana nos parece más hermosa, si cabe. Comenzando por los alrededores de Vegadeo, encontramos la ensenada de Vilavedelle, la Playa Verde (llamada así por ser un prado arenoso entre pinares, que caen hasta el nivel del mar), Fontenla. Sigue, después, el siempre señorial Castropol, donde la ría toma el aspecto de un lago de aguas dormidas en la gran curva de Berbesa. Más allá, la mansión de los Donlebún, rodeada de bosques y, por último, Figueras.

Estuve este verano en Figueras, aprovechando la amable invitación de un buen amigo, y quedé sorprendido al conocer mejor este pueblo del Occidente Astur. No se comprende como hay otros lugares cercanos en los que no es posible encontrar, durante el verano, una plaza en una fonda o en un hotel, mientras Figueras permanece casi desconocida, con casas que podrían alquilarse durante esa temporada a muy buenos precios, llenando el pueblo de forasteros, con las consiguientes ventajas económicas para sus vecinos.

Hay allí media docena de pequeñas playas, limpias, de aguas tranquilas que invitan a bañarse de inmediato y nadar sin las molestias que causan las olas en mar abierto. Dispone, también, de playas grandes y de buena arena. Es el caso de Arnao y Penarronda. Son arenales abrigados de algunos de los vientos que azotan la zona y en las que el sol da de lleno casi todo el día.

Me gustaron las típicas callejuelas marineras, que trepan desde el muelle hacia arriba, hasta alcanzar, en la cúspide, el señorial palacio de Donlebún que habla de un pasado  más esplendoroso. La carretera sube desde el muelle, en forma de herradura, atravesando todo el pueblo para unirse, después, a la carretera general. Desde la curva que forma sobre la ría, se ofrece un excelente paisaje, uno de los mejores que pueden observarse en todo el Occidente de Asturias. Allí me pasé varias tardes, sentado bajo la sombra de los eucaliptos, viendo Castropol  al frente, que semeja, visto desde aquel lugar, la proa de un enorme buque petrificado. Enfrente, el sol arranca destellos dorados al palacio de los Moreno de Ribadeo.

A mi lado, el buen amigo, me hablaba sin cesar de tiempos pasados, en los que Figueras tenía fábricas de conservas y salazones que lanzaban al interior de la Península las almejas y los riquísimos aguillolos del Tesón, las sardinas del Cantábrico y el bonito. Me citaba nombres de grandes veleros salidos de los astilleros de la Liñera: El Carlos, El Antonia, El Industrial…Eran navíos que, tripulados por marinos del Eo, hacían la carrera de las Indias.

Yo apenas le escuchaba, porque para mí había bastante con lo que mis ojos contemplaban en aquellos momentos. Veía el ir y venir de las motoras, abarrotadas de gente que acudían a la playa de San Román, desde el otro lado de la ría. Pensaba que a Figueras solamente le hacía falta una buena propaganda y unos hoteles, para convertirse en la villa veraniega más concurrida de la ría del Eo. Sería preciso acondicionar casas dispuestas para el alquiler durante el verano, hacer algún hotel y poner a la venta terrenos a buen precio para edificar chalets. Copiar lo que se hizo y está haciendo en otros lugares, pero ordenadamente. Hasta podría hacerse un club náutico que aquella ría está pidiendo a gritos, para explotar las inmejorables condiciones que ofrece para toda clase de deportes del mar. Todo esto, quizás pudiera lograrse mediante un plan turístico del Occidente que abarcara desde Luarca a Ribadeo.

No significaría, cuanto dejamos apuntado, ninguna competencia para otros pueblos que explotan sus playas para la atracción de forasteros. Antes bien, saldrían todos beneficiados, pues cada uno puede ofrecer alicientes distintos. Además, hay sitio para todos, ya que no serían solamente unos centenares, sino miles de personas las que vendrían a veranear a estas amplias tierras del Occidente de Asturias. Piensen con esto, los pueblos interesados, Figueras entre ellos, el importante filón turístico que tienen y que el Occidente Astur todavía no se ha preocupado de explotar.

Lombán. Programa radiofónico Habla Tapia del 29 de setiembre de 1.957

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