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BARRES

Corría el mes de mayo de 1951, cuando Barres vivía un importante acontecimiento popular y religioso.  Tenía lugar la llegada a la población de La Santina, la Virgen de Covadonga. La mayor parte de sus moradores tan sólo conocían a la Virgen, patrona de Asturias, por estampas que no faltaban en ninguna casa asturiana. Por eso, la emoción fue muy grande cuando se supo que haría su paso por Barres  una imagen de La Santina.

El día 28 de mayo, las casas de la localidad presentaban sus fachadas profusamente engalanadas. Una larga alfombra de flores y espadaña cubría la mayor parte del trayecto que debía recorrer la procesión. Numerosas guirnaldas se levantaban, cada pocos metros del trayecto, colgadas entre árboles y casas. Tres grande arcos con dedicatorias a La Virgen de Covadonga  daban más esplendor al recibimiento. En la Iglesia local, se había preparado un altar, en el lado del Evangelio, para la imagen de la Virgen, mientras en el lado de la Epístola se situaban las autoridades, sobre un estrado.

Las autoridades locales acudían al límite del Ayuntamiento para recibir a la comitiva. A su frente el alcalde José Trenor y Pardo de Donlebún, que entregaba el bastón de mando a La Santina. A su lado, el Comandante del puesto de la Guardia Civil de Castropol y la banda de Música de Ribadeo. La comitiva emprendía su recorrido por el Ayuntamiento, iniciándolo en Tol. Un grupo de jóvenes de Barres se acercaba al encuentro de la comitiva en bicicleta, llevándolas profusamente engalanadas con banderas de España y  de Asturias, para, desde Tol, escoltar a la carroza con la imagen de la Virgen hasta Barres. A su llegada a esta localidad, se formaba la procesión, entre el canto alegre de las campanas, a volteo, el ruido de los cohetes y la música de la Banda, bajo la dirección de Emilio Carricoba. La imagen, portada a hombros de diversas personas de Barres, que se iban alternando en esta tarea, fue trasladada hasta la iglesia parroquial, donde el párroco del pueblo, D. Enrique Rodríguez, le daba una emocionada bienvenida. En la misa rezada que se celebró, a continuación, predicó D. Fabián Álvarez Rodríguez, Penitenciario de Covadonga. Al final de la Santa Misa, todo el pueblo entonaba una Salve y el himno de Nuestra Señora de Covadonga, tras lo cual todos los fieles pasaban a besar las medallas de la Peregrinación. Luego, la comitiva mariana partía hacia Figueras, en una nueva etapa del viaje por tierras del Occidente de Asturias. Mientras tanto, Barres se quedaba con el recuerdo de esa emotiva jornada, mientras se preparaban para el comienzo de las fiestas de San Pedro, durante los días 28, 29 y 30 de junio.

En el verano de 1958 se terminaba la construcción de la cancha de baloncesto de la localidad, que completaba el campo de la Fiesta y de Deportes. Se debatía sobre el nombre a darle y se barajaba el de Trenor para la misma. Estas instalaciones deportivas estaban propiciando el auge de los equipos de Barres. En fútbol se alcanzaba una importante victoria sobre el equipo de Castropol, siempre rival en estas lides, y otra sobre el Imperio FC de Piñeira (Ribadeo). Después se desplazaba el equipo local a Salave, donde empataba a tres tantos y, en el campo de Trenor se enfrentaba el Atlético de Barres con el equipo de El Franco, empatando a dos goles. También se construía en ese tiempo la carretera que, desde la general, empalmaba con el acceso a la playa de Penarronda.

Entre los visitantes que llegaban a Barres en esos veranos, para pasar unos días, podemos citar al Rev. D.Eliseo Gallo Lamas, Magistral de la Catedral de Oviedo y el Rev. D. José Villamil, Párroco de Tineo. Marchaba para Buenos Aires, tras una larga estancia en Barres, José Murias y su hermana Carmen.

Las fiestas del Ecce Homo se celebraban el primer domingo de setiembre. En 1958 había misa y procesión seguidas, ya por la tarde, de una romería amenizada por la orquesta Ritmo, de La Caridad. El fútbol era, también, protagonista con un partido entre el Covadonga de Oviedo, que militaba en Segunda Regional, y el Atlético de Barres. Vencían los ovetenses por uno a cero. El deporte del ciclismo se practicaba, en forma amateur, por diversas poblaciones de la zona. Dos muchachos de Barres, Eduardo Martínez y Manuel Gayol brillaban en las pruebas del verano de 1958.
  



























































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